Con «Los escorpiones» (Lumen), la joven escritora Sara Barquinero ha logrado una inédita cuadratura del círculo novelesco al desatar apasionadas críticas a favor y en contra y centrar así la atención de los lectores sobre un libro ciclópeo y fascinante que, a lo largo de más de ochocientas páginas, despliega cinco historias entrelazadas acerca de oscuras conspiraciones que interpelan a un presente en el que, tras la muerte de Dios, nos mostramos hambrientos de creer en cualquier cosa. Ya no hay duda de que será una de las novelas en español más importantes de 2024. p>
Tal vez los escépticos metomentodos hayamos sido injustos con la conspiración. Cada vez parece más evidente a la luz de la psicología evolutiva que nuestros cerebros fueron cincelados selectivamente, no tanto para la búsqueda de la verdad como para perseguir por todas partes patrones, estructuras ocultas, señales y presagios. Si las grandes religiones se forjaron a golpe de sesgo y esperanza, ¿qué podíamos esperar que ocurriera en un mundo desacralizado, en el que los últimos hacedores agonizan en templos en ruinas? Chesterton temía que, al dejar de creer en Dios, los seres humanos fuéramos capaces de creer en cualquier cosa. Y Thomas Pynchon escribió en El arco iris de la gravedad que la paranoia resulta, en cierto modo, reconfortante. Comprender que nada está conectado «es algo que no podemos soportar mucho tiempo».
Sara Barquinero (Zaragoza, 1994) se sirve de esa fantástica cita de Pynchon, entre otras no menos sugerentes en Los escorpiones (Lumen, 2024), la novela de la que todo el mundo está hablando. Esta vez es verdad. Sus ochocientas páginas han desgarrado con tanta violencia la estructura del espacio tiempo literario español que han abierto un agujero negro que devora la conversación culta entre apasionadas opiniones a favor y en contra. Un libro avasallador e irresistible que despliega cinco historias entrelazadas acerca de oscuras conspiraciones que interpelan a un presente en el que, tras la muerte de Dios, nos mostramos hambrientos de creer en cualquier cosa.
Inquietantes foros suicidas en internet, leyendas crepypastas, estrafalarias y metódicas conspiraciones desconocidas y ecos de la gran novela americana de vanguardia de extensión torrencial, del citado Pynchon, Don DeLillo, Ottessa Moshfegh o Foster Wallace. También, aunque Barquinero asegura no haberlo leído, de El péndulo de Foucault, esa novela de las novelas de conspiraciones en la que una imaginaria manía persecutoria acaba tornándose real.
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Los escorpiones | Sabara Barquinero
¡la novela de la que todo el mundo está hablando!
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Entrevista con la revista LENGUA | PENGUIN RANDOM HOUSE
LENGUA: Hace no mucho no sabíamos casi nada de Sara Barquinero. Hoy Los escorpiones es la más firme candidata a la novela española del año y suscita apasionadas críticas y comentarios a favor y en contra en periódicos y redes. Vamos, lo mejor que le puede pasar a un libro. ¿Cómo lleva todo esto?
Sara Barquinero: Bien. Intento no darle mucha importancia ni a las críticas positivas ni a las negativas. No es fácil mantenerse al margen, la gente es muy pesada y no dejan de mandarme enlaces de artículos que hablan de mi novela. «¿Has visto lo de Alberto Olmos?» Y yo: «¡Cómo no lo voy a ver si no paráis de enviármelo!». En fin, a mí me gusta escribir y voy a seguir haciéndolo, todo esto no me abruma, tal vez porque tengo una gran capacidad de represión. Me daría un ataque de ansiedad si pensara en serio lo que está pasando.
LENGUA: Su novela viene con una marca que tal vez no debería sorprendernos tanto, pero lo ha hecho: su extensión. ¿Por qué 800 páginas?
Sara Barquinero: A mí siempre me ha gustado leer novelas largas. Me he criado con los premios Pulitzer que vendía el Círculo de Lectores. No puedo escribir poco. Si intento un cuento, me sale un churro. Si intento una novela de cien páginas, se me va a trescientas. Además, la teoría de la conspiración, uno de los temas que trata Los escorpiones, se extiende por el tiempo y el espacio. No puedes hacer nada con eso en un puñado de páginas.
LENGUA: ¿Y cómo se escriben 800 páginas en los tiempos de internet donde la atención se ha convertido en un bien tan escaso?
Sara Barquinero: Me gusta escribir, ya digo. Sé que hay escritores con muchas ideas pero que, sin embargo, sufren para plasmarlas. No es mi caso. Yo me siento a escribir y no paro. En muchas ocasiones lo hago de noche, cuando nada me molesta. Y los veranos me voy a mi pueblo, sin wifi, y escribo en total aislamiento.
LENGUA: Aquí cinco novelas entrelazadas y creo que había otras dos más que quedaron en el limbo… ¿De qué forma organizó todo esto?
Sara Barquinero: Lo primero que tuve, hace ya diez años, fue la idea general de la novela, la estructura, de qué iba a tratar cada una de sus partes. Entonces escribí una parte muy pequeña del principio y lo dejé. Publiqué mi primera novela y otras cosas hasta que hace unos cinco años recuperé Los escorpiones. Podría decir que he dedicado un año por completo más o menos a cada una de sus cinco partes. Eso me ha permitido cerrar las historia y mantener tonos diferenciados. La parte cuarta, por ejemplo, quería que fuera muy americana. Desde el principio la tenía en la cabeza; no el detalle, pero sí las líneas generales y los personajes de todo el libro. Y deseché dos partes más que no funcionaban bien.
«A mí me gusta escribir y voy a seguir haciéndolo, todo esto no me abruma, tal vez porque tengo una gran capacidad de represión. Me daría un ataque de ansiedad si pensara en serio lo que está pasando».
LENGUA: Foster Wallace tenía 34 cuando publicó La broma infinita, ese libro que tanto parece inspirar Los escorpiones. Por cierto también era su segunda novela. Creo que cumple 30 este año…
Sara Barquinero: Acabo de cumplirlos.
LENGUA: Felicidades.
Sara Barquinero: Gracias. Veamos, no voy a ocultarlo, Foster Wallace es mi gran referencia. Es mi autor favorito y he leído dos veces La broma infinita...
LENGUA: ¡Dos veces!
Sara Barquinero: Sí, yo creo que me lo he leído todo él. Pobre. Me hubiera encantado conocerle.
LENGUA: Es curioso que se venda como «la novela de una generación», cuando no lo parece para nada. Por su extensión pero también por sus contenidos. No es una «novela ensimismada»...
Sara Barquinero: Por una parte, tiene toda la razón, no se parece a otras novelas españolas de mi generación. En otros países sí hay autoras de una edad parecida, como Eliza Clark, Alexandra Kleeman o Emma Cline,escribiendo largo y acerca de temas similares. Sí creo que mi novela tiene partes generacionales, pero que sus preocupaciones son universales.
LENGUA: La ambición de esta novela va más allá de su extensión y pienso en cómo salta por lugares y épocas muy diferentes. ¿La escritura es una pequeña máquina del tiempo que no pensaba desaprovechar?
Sara Barquinero: No lo veo así. Diría más bien que ya sea como una virtud o como un defecto, mi formación principal es la filosofía. Me importa más el concepto que el objeto. Cuando decido dar saltos temporales siempre son al servicio de lo que quiero comunicar y no de lo que pretendo gozar sensualmente. Es la idea y no la sensualidad de la escritura lo que me interesa. Y una novela sobre teorías de la conspiración debe viajar en el tiempo. Me faltó Egipto o la Edad Media. Tal vez en otra ocasión.
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Sara Barquinero. Imagen cedida por la autora.
LENGUA: ¿Cómo fue su inmersión en los lugares oscuros de la red, esos foros sobre cómo suicidarse, el mundo creepypasta, todo eso que da sustancia a Los escorpiones?
Sara Barquinero: Excepto el foro de los suicidas, yo ya conocía casi todos esos oscuros lugares que salen en el libro. Cuando tienes trece o catorce años, mucho tiempo libre y no eres la chica más popular del instituto, vives en internet. Así que sólo tuve que recordar y recuperar aquellos itinerarios. Y justo cuando andaba buscando en mis archivos online dónde situar la novela, encontré un hilo en Reddit que me llevó al foro de los suicidas. Al llegar allí, quedé fascinada. Me tiré seis horas bajándolo entero, sin valorar nada. No sé si los lectores del libro buscarán ese foro. Meterse ahí es una experiencia muy extraña.
LENGUA: ¿Da mucho mal rollo?
Sara Barquinero: Mucho. Pero, de todas formas, el foro ha cambiado. Y, en algunos países, no puedes entrar porque la legislación lo prohíbe. Yo no reflejo ningún mensaje real, pero sí los mensajes que aparecen en mi libro recogen el espíritu de las cosas que se dicen ahí. Muchos foreros iban a curiosear. Otros no. Un tipo decía en el primer mensaje: «Voy a comprar una cuerda». En el segundo mensaje: «He comprado la cuerda». Y no había más mensajes.
LENGUA: En los medios de comunicación hay un acuerdo tácito por el que no se habla de suicidio para evitar la emulación. Asunto, por otra parte, muy discutido. ¿Le preocupó?
Sara Barquinero: Si alguien quiere suicidarse, no necesita mi libro. No tengo una tesis acerca de cómo debe retratarse el suicidio en los medios de comunicación. Me preocupa el morbo, claro, hoy convertimos en morbo hasta algo tan trágico como el incendio. Pero sí me parece que la literatura ofrece un espacio interesante para reflexionar sobre estas cuestiones sin necesidad de posicionarme. No creo que todos pensemos en suicidarnos alguna vez como suele ser lugar común en esos foros, pero sí creo que todos tenemos alguna vez pensamientos límite. Y es bueno hablar de ello. Ahora bien, la literatura tiene sus límites. Las palabras pueden cambiar el mundo… un poquito.
«Excepto el foro de los suicidas, yo ya conocía casi todos esos oscuros lugares que salen en el libro. Cuando tienes trece o catorce años, mucho tiempo libre y no eres la chica más popular del instituto, vives en internet. Así que sólo tuve que recordar y recuperar aquellos itinerarios».
LENGUA: Antes las conspiraciones estaban reservadas a los sitios más marginales de internet. Hoy son terroríficamente populares, como la antivacunación, e irradian en el debate político. ¿Cómo es posible?
Sara Barquinero: Estudiando todo esto, me ha llamado la atención que, hasta 2008 aproximadamente, las teorías de la conspiración eran de izquierdas, y a partir de ese momento se hacen de derechas. Es muy llamativo. Supongo que tiene que ver con quienes detentan en cada momento la posición en contra del discurso hegemónico. Y luego es que actualmente resulta mucho más fácil crear y difundir cualquier tipo de relato aparentemente verosímil. Si yo vuelco en la red mi propia teoría de la conspiración en vez de publicarla como una novela, la gente se la hubiera creído. Por último, me parece que cada vez somos más incapaces de aceptar la incertidumbre de que podemos morirnos en cualquier momento.
LENGUA: ¿Las conspiraciones desvirtúan la acción política? Porque si los malvados son tan poderosos, no tiene ningún sentido hacer nada…
Sara Barquinero: Depende de la teoría de la conspiración de la que hablemos. Algunas seguramente estén alentadas por poderes económicos y políticos porque sirven a sus intereses. Pero otras surgen espontáneamente, por puro azar. Antes pululaban muchas teorías de izquierdas sobre el supuesto programa de control mental MK Ultra de la CIA. La primera versión de derechas que surge después es una que se llama El sueño ruso, un creepypasta de 2005/2010 en el que Stalin hacía lo mismo que la CIA. Pero ahí no hay trampas, ni extrañas difusiones. Simplemente se ha dado la vuelta.
LENGUA: Pero aunque pueda parecer una locura lo que aseguraba la extrema derecha de QAnon sobre que los demócratas violaban a niños en una pizzería, es un relato que agrupa a los seguidores de ese credo político... y que luego se puede traducir en votos.
Sara Barquinero: Es verdad que aquí tenemos el equivalente al pizzagate que es el Caso Bar España, pero me parece que todavía no ejerce ese efecto electoral de forma tan clara como en Estados Unidos. Sí que últimamente también en nuestro país crece el pensamiento conspiranoico impulsado por los antivacunas.
LENGUA: ¿Piensa, como se suele decir, que figuras como Iker Jiménez le hacen de alguna forma el juego a la extrema derecha?
Sara Barquinero: Adoro a Iker Jiménez. Es uno de mis comunicadores favoritos desde niña, tengo libros suyos en casa y hoy sigo viendo Cuarto Milenio cuando puedo. Eso por delante. Es posible que desde el COVID haya sufrido una deriva de derechas que puede ser circunstancial porque resulta que todo ese asunto alimenta a la conspiranoia derechista. Tal vez por eso lo vimos en Ferraz, aunque él aseguraba que se encontraba allí solo para informar.

Sara Barquinero en una imagen promocional de 2021, cuando publicó Estaré sola y sin fiesta. Crédito: Ricardo Quesada.
LENGUA: La depresión y la salud mental se entrelazan aquí con la conspiranoia. ¿Son distintos ángulos de la misma cosa?
Sara Barquinero: Se trata de la misma estructura de pensamiento a nivel individual y colectivo; una misma forma, en definitiva, de desempoderar a la persona. Cuando estás deprimido no quieres salir de tu estado depresivo, sería como traicionarse a uno mismo. Al menos así viví yo mi depresión. Y con las conspiraciones ocurre lo mismo, prefieres pensar que los malos son imbatibles.
LENGUA: ¿Dirías que la angustia es algo generacional, una erupción juvenil que luego se pasa, o algo más bien epocal, el mal de nuestro tiempo?
Sara Barquinero: Por la cuenta que me trae, espero que sea una etapa del espíritu que no recuerde dentro de diez años. La angustia se transforma y va mutando. Tal vez no sea más que un aprendizaje de la muerte.
«Ya sea como una virtud o como un defecto, mi formación principal es la filosofía. Me importa más el concepto que el objeto. Cuando decido dar saltos temporales siempre son al servicio de lo que quiero comunicar y no de lo que pretendo gozar sensualmente. Es la idea y no la sensualidad de la escritura lo que me interesa».
LENGUA: Su novela es en ocasiones dura, desagradable. Y, sin embargo, te he leído decir que crees que puede acompañar a aquellos «que atraviesen periodo de oscuridad que todos tenemos», ¿verdad?
Sara Barquinero: Seguro que hay gente se acerca a mi novela porque la ve expuesta en la Casa del Libro. Pero otros la buscarán porque ya les interesaban este tipo de angustias. Acabo de leer el nuevo libro de Paul Auster, que me ha encantado, y decía algo así como que hay que andar espabilado por la vida porque en cualquier momento todo se puede ir al garete. Quien no se de cuenta de ello, no vive una vida auténtica. A mí la jerga de «la vida auténtica» no me acaba de convencer, pero sí que me parece que es bueno mirar al horror. Cuando yo lo hago, soy mejor persona. Trato mejor a los demás.
LENGUA: Es doctora en Filosofía con una tesis sobre lo sublime en Kant. La filosofía de Kant pretende responder a tres grandes preguntas: «¿qué puedo saber?», «¿qué debo hacer?» y «¿qué me está permitido esperar?». Después de Los escorpiones, ¿qué le está permitido esperar a Sara Barquinero?
Sara Barquinero: Para mí, la enseñanza más importante de Kant es que tenemos derecho a esperar. Me gustaría pensar que a mis lectores les puede acompañar mi novela y que les inspire a su vez para escribir algo. ¿Y yo? Suena mal, lo sé, pero estoy muy orgullosa de lo que he escrito.